
 
															Los muros de piedra seca forman parte del paisaje rural de muchas zonas mediterráneas, especialmente en Cataluña, donde durante siglos se han utilizado para delimitar fincas, evitar la erosión del suelo y aprovechar los recursos del territorio. Más allá de su valor histórico y cultural, estos elementos arquitectónicos tradicionales desempeñan un papel fundamental en la conservación de la biodiversidad.
Con este artículo queremos poner en valor la importancia ecológica de los muros de piedra seca y cómo contribuyen, de forma silenciosa pero esencial, a mantener hábitats para numerosas especies de fauna.
Un muro de piedra seca es una construcción hecha exclusivamente con piedras, encajadas manualmente sin el uso de ningún tipo de mortero ni cemento para unirlas. Su estructura, aparentemente simple, requiere un gran conocimiento artesanal, ya que las piedras deben colocarse de forma que den estabilidad y resistencia al conjunto. La disposición de espacios vacíos entre las piedras permite el paso del aire y del agua, convirtiendo estos muros en elementos vivos, dinámicos e integrados en el entorno natural.
Más allá de su función agrícola y paisajística, los muros de piedra seca tienen un gran valor ecológico, ya que actúan como microhábitats para una gran diversidad de especies. Su estructura porosa crea numerosos espacios que ofrecen refugio, alimento y sitio de cría para muchas formas de vida.
En primer lugar, funcionan como refugios térmicos y de protección frente a depredadores. Gracias a su inercia térmica, pueden mantener una temperatura más estable que el exterior, hecho especialmente beneficioso para reptiles, anfibios e invertebrados. Además, contribuyen a mantener la humedad del suelo y favorecen el desarrollo de una flora específica, como musgos, líquenes y pequeñas plantas que, a su vez, apoyan a otros organismos.
Los muros de piedra seca proporcionan un hábitat ideal para numerosas especies de fauna, especialmente en entornos rurales y mediterráneos. Su estructura con rendijas, sombras y rincones protegidos crea condiciones óptimas para muchas formas de vida que encuentran refugio, alimento o zonas de reproducción.
Entre los reptiles, destacan especies como la lagartija ibérica, el dragón común y diversas especies de serpientes como la serpiente verde y amarilla. Estos animales utilizan los muros tanto para protegerse como para calentarse al sol, aprovechando el calor que acumulan las piedras.
También son importantes para pequeños mamíferos, como el erizo común y diferentes especies de ratones de campo, que se esconden de los depredadores y hacen sus nidos.
 
															En el caso de las aves, algunas especies insectívoras o rapaces de pequeño tamaño, como el búho común, utilizan los muros como puntos de vigilancia o zonas de caza. También hay pájaros que pueden anidar en cavidades protegidas dentro de los muros.
Los invertebrados tienen un papel fundamental: abejas solitarias, escarabajos, arañas y otros muchos insectos aprovechan los espacios y la microvegetación que crece. Algunos, como las abejas salvajes, son polinizadores esenciales para el ecosistema agrícola.
Los muros de piedra seca se enfrentan a diversas amenazas que ponen en peligro tanto su conservación como la de las especies que habitan en ella. A continuación, detallamos las principales:
Los muros de piedra seca son aliados indispensables para la conservación de la biodiversidad y el mantenimiento de los ecosistemas mediterráneos. Preservarlos es también preservar los hábitats de muchas especies que encuentran refugio y continuidad ecológica.
En Biomediterrània trabajamos para proteger este patrimonio natural y cultural, impulsando proyectos de restauración y sensibilización en todo el territorio. Si quieres saber más sobre nuestros proyectos de preservación de especies y descubrir cómo puedes colaborar con nosotros, visita nuestra web o ponte en contacto.
 
				Secretario de la Asociación Biomediterrània